Pablo C. Reyna juega con el multicosmos de los libros como en un videojuego, es un escritor que lo mismo toma atajos escondidos que da largos paseos por paisajes despejados, pero todos llevan a un mismo destino: la mismísima puerta del lector. Si abres ahora, igual lo tienes allí, con un libro firmado para ti.
Pablo C. Reyna escribe desde hace muchísimos años, a pesar de que él tenga muchos menos (es que es muy joven). Si eso te parece raro, escucha esto: aunque esta entrevista la estés leyendo en el 2090, él seguirá siendo joven.
No, no, no estoy hablando de aquello tan manido de «joven de espíritu» y esas pamplinas. Tiene una explicación más lógica: Pablo es un avatar.
Su yo-escritor gana puntos de vida extra con cada giro inesperado que inventa para que sus personajes (esos tan particulares) salgan indemnes de historias rocambolescas.
O sea, que, Pablo C. Reyna es un avatar que viaja por el Multicosmos como en un videojuego, que atraviesa montado en el lomo de sus libros (aunque a veces le gustaría más montar en una Nimbus 2000).

Vale, pero espera, Pablo no solo viaja por otros mundos, también lo hace en este. Se mueve por calles normales con casas corrientes, que tienen justo encima una tormenta endiablada en un bonito día soleado. Y no solo sabe de libros y de videojuegos, le encanta la música (es un DJ oculto), los cómics (los lee y los critica) y las redes sociales (aunque sufre con ellas una dicotomía insalvable).
Y sobre todo, lo que mejor sabe hacer es llegar al lector.
Llega porque conoce a fondo los entresijos de la escritura, sabiduría que ha conseguido a base de escribir millones de palabras sobre todo y para todos, aunque la mayoría dormiten en cajones secretos de su habitación.
Por suerte (para nosotros), muchas de ellas logran salir a la luz y formar su cosmos, donde transcurren historias que podemos conocer a través de soportes multidimensionales llamados libros: videojuegos particulares para cada lector.

Pablo C. Reyna, cronista de libros y videojuegos
Pablo C. Reyna nació en Valencia en 1987 (o sea, hace unas semanas), y se instaló en Madrid años más tarde. Según cuentan, al nacer, el doctor dijo «ha tenido un cronista», así que le llamaron Croni, hasta que publicó su primer libro firmando como El Cronista de Salem: un exigente estudio académico y friki llamado La Guía Secreta de Harry Potter (Ediciones B, 2010). Esta aventura se saldó con miles de ejemplares vendidos y una decena de abogados de baja por ansiedad: la Rowling logró quitar la Guía del mercado, pero dio comienzo a la leyenda.
Conocedor hasta del nombre de pila del fontanero de Hogwarts, siguió creando, escribiendo y editando productos sobre la saga de Harry Potter para el grupo editorial SM, y funda sitios web que se harán de referencia internacional sobre el niño que sobrevivió (ElDiccionario.org, HarryLatino.com).
Entra de lleno en el mundo literario de Laura Gallego, coge las riendas de sus redes sociales (desde 2013 hasta ahora) y publica #SoyIdhunita. El fenómeno de Memorias de Idhún desde sus origenes hasta hoy (SM, 2015).

Un año más tarde, ya firmando como Pablo C. Reyna, (que era lo que ponía su DNI) empieza a publicar su saga Multicosmos, la mejor combinación de libros y videojuegos:
- MultiCosmos 1. Aventuras virtuales a pico y pala (Montena, 2016)
- MultiCosmos 2. Atrapados sin wifi (Montena, 2016)
- MultiCosmos 3. La rebelión de los drones (Montena, 2016)
- MultiCosmos 4. Lío en el espacio-tiempo (Montena, 2018)

Desde pequeñito, se ha formado en mil batallas literarias: como librero (Casa del Libro), trabajando para editoriales como corrector y editor (Ediciones del Laberinto, Narval Editores, Dibbuks, Susaeta, Planeta, Ediciones B, Anaya), de community manager de sellos juveniles (Grupo Planeta), escribiendo para revistas (El Templo de las Mil Puertas, Revista Babar), liándola en las redes (Libreros, un webcómic sobre libreros)... Ahora, también, es agente en Tormenta (agencia especializada en literatura infantil y juvenil).
Pero yo me quedé enganchado a su escritura con un libro que no va de videojuegos, aunque molaría lo hiciesen para poder ser su prota: La casa de los dragones (SM, 2019).

Pablo C. Reyna entrevista entre libros y videojuegos
Para ir calentando el ambiente, ¿cuál es tu relación con el dibujo, en general?
Desde muy pequeño me fijé en las ilustraciones de los libros. Podía reconocer los estilos de algunos ilustradores aunque todavía no les pusiese nombre... y eso no siempre funcionaba. Recuerdo pedir que me comprasen algún libro ilustrado por Quentin Blake solo porque reconocía el estilo de los libros de Roald Dahl. ¡Vaya chasco me llevaba al comprobar que la historia no me gustaba tanto!

¿Me hablas de algún ilustrador que te haya marcado de alguna manera? (haya ilustrado tus obras o no).
De más pequeño, me marcaron ilustradores como Roser Capdevila, Quentin Blake, Emilio Urberuaga... En el cómic, Quino, Hergé, Jeff Smith... De adulto me han marcado mucho Tove Jansson (autora de los mumins), Edward Gorey, Marta Altés, Tomás Hijo, Jean Jullien... Y un montón de ilustradores más que me vendrán a la cabeza justo un minuto después de que se publique esto. También tengo la suerte que trabajar con ilustradores que me encantan, un sueño hecho realidad.

¿También dibujas? ¿Has ilustrado algún texto tuyo?
De pequeño me gustaba mucho dibujar, pero poco a poco me decanté más por escribir. Siento que me falta mucho para dibujar cosas decentes y lo que es más importante: no disfruto tanto. Sin embargo, dibujar me sirve durante el proceso de escritura, ya que me ayuda a visualizar mejor las escenas. ¡Aunque son dibujos horribles!
Con La casa de los dragones probé a hacer algunos dibujos más elaborados (justo hice un curso en aquella época y fue parte de un ejercicio). Me gusta conservarlos porque así recuerdo cómo imaginaba a los protagonistas antes de ver el trabajo de Mónica Armiño, la ilustradora del libro. Inevitablemente, ahora veo a los personajes con sus diseños (y me encantan).
Lo más parecido a ilustrar mis textos es el webcómic Libreros, donde hago las dos cosas.

Como escritor, ¿prefieres la ilustración de la que llaman «vía objetiva», tipo cronista que describe justamente lo que dice el texto, o te decantas por la «vía subjetiva», que refleja una visión emocional de la obra? ¿Y como lector?
Depende del caso, porque hay ejemplos maravillosos en ambas vías. En la ilustración más objetiva, aunque el ilustrador se ciña al texto, me gusta que aporte un poco más, que la lleve un paso más lejos, sin contradecir la historia. Si retrata exactamente la historia, sin salpimentar, me parece un rollo.
Con la vía subjetiva, disfruto mucho de los trabajos que son un derroche de imaginación, cuanto más artísticos mejor.

¿Alguna vez te ha inspirado una ilustración para escribir, invirtiendo el proceso habitual?
Es difícil, porque lo normal es que el ilustrador trabaje cuando el texto ya está cerrado. Sí me ha ocurrido escribir un personaje pensando en el estilo de la ilustración. Es el caso de Mai, de MultiCosmos 4, a la que describí a medida de Luján, la ilustradora (aquí tienes una entrevista amorosa a esta encantadora artista, Luján Fernández). Sabía que se luciría con ella, justo como ocurrió. 🙂

¿Me nombras algún escritor que haya sido (o sea) un referente para ti?
Una pregunta fácil, ¿verdad? ¡Pues no! Me cuesta horrores. Hay autores que me han influido un montón y que todavía siguen siendo referentes: Roald Dahl, Laura Gallego, Michael Ende... En España hay autoras de las que no me pierdo nada, como Catalina González Vilar, Llanos Campos, Paloma Bordons, Begoña Oro (aquí tienes otra entrevista molona)... Si se trata de obras concretas, entre mis favoritos están Harry Potter, La materia oscura y Tobi Lolness. Y si nos vamos a narrativa de adultos, porque si hablo de LIJ no paro, me vienen a la cabeza John Steinbeck, Chimamanda Ngozi Adichie, Gabriel García Márquez...
Espera. ¿Había que nombrar solo a uno?

Escribes para el público infantil/juvenil, ¿por qué?
Escribo para público infantil y adulto, pero solo he publicado para niños. Las novelas de adultos que he terminado están muy bien acumulando polvo en un cajón, y aunque tengo unos cuantos proyectos en mente, la falta de tiempo me lleva a escribir las historias que creo que terminaré antes. Suele coincidir con las infantiles.

¿Qué consejos les darías a los nuevos escritores que quieren dedicarse al público infantil?
Si quieren vivir de esto por encima de todas las cosas, les aconsejaría escribir a la moda del momento. Si quieren ser felices y disfrutar de cada proceso, les aconsejaría que escriban lo que les dé la gana, aunque no lo publique nadie ni los vayan a leer. Con un mucho de suerte, esa cosa tan rara que escriben se convertirá en el próximo superventas... pero vives más tranquilo cuando no piensas en triunfar.
Los concursos literarios de infantil son un buen trampolín para los escritores noveles. Las agencias literarias (aquellas que trabajan infantil) también son una vía a tener en cuenta. Y si alguien se anima a escribir directamente a una editorial, le aconsejaría que además del manuscrito añada algunas pistas sobre su obra: una buena sinopsis, si gustará a los lectores de X obra conocida, etcétera. El trabajo editorial es frenético y esta información puede marcar la diferencia entre que te lean o no.

Hasta aquí la entrevista, ¿me cuentas qué te parecen los libros de Multicosmos? A mí me encanta, como te dije antes su libro, La casa de los dragones… ¿Lo has leído? Esta obra de Pablo C. Reyna no va de videojuegos, va de cómo un lector salva a un escritor. De la importancia de los lectores. Eso es algo que Pablo C. Reyna conoce muy bien. Estos otros autores también, echa un vistazo.^__^
- Pablo C. Reyna en Tormenta
- Facebook de Pablo C. Reyna
- Webcómic de Pablo C. Reyna: Libreros
- Instagram de Pablo C. Reyna
- Pablo C. Reyna en El Templo de las Mil Puertas
- Pablo C. Reyna en Revista Babar
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© De las fotos: Pablo C. Reyna.
© De las ilustraciones y fotos en general, reservados todos los derechos a los artistas mencionados al pie de cada imagen, posicionando el cursor encima, en los datos del libro al que corresponde o en el apartado "Créditos", salvo acuerdo directo con el autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
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