Resulta que Abel Amutxategi es un autor de humor fantástico y literatura infantil, y yo estaba equivocado.
Sí, estaba equivocado, porque yo creía que era un autor de humor fantástico y de literatura infantil.
¿Cómo que es lo mismo? No, no, no es lo mismo. Bueno, sí, o casi, según el sentido que le des, no. Te estoy liando, perdona. Te explico:
Si buscas la palabra «humor» en la RAE, te encuentras con que:
humor. Del lat. humor, -ōris 'líquido', 'humor del cuerpo humano'.
3. m. Disposición en que alguien se halla para hacer algo.
4. m. Buena disposición para hacer algo. ¡Qué humor tiene!
O sea, si «humor» es tener buena disposición para hacer algo, «humor fantástico» debe ser lo mismo, pero a tope. Tener una disposición de la leche a prueba de bombas, vamos.

Ahí está el tema; yo estaba convencido de que, cuando Abel se autodenomina «autor de humor fantástico», se refería a que siempre está de humor para escribir. Y que, con esa buenísima disposición, escribe literatura infantil.
Pero luego me he informado bien y no se refería a su fantástica disposición para escribir, ¡si no a que escribe libros de humor de GÉNERO fantástico!
¿Cómo te quedas?
¿Tú también lo habías entendido como yo, o en ese otro sentido?
En ese sentido (ahora me cuadra), tiene libros como Su muerte, gracias, Jo, jo, jo o La tienda del señor Li, en la línea de Terry Pratchett, Christopher Moore o Eduardo Mendoza. En la misma sintonía ha colaborado en antologías como Tim Burton: La muerte: instrucciones de uso, El viento soñador y otros relatos, (editorial Sportula) o Haberlas haylas (colección La Risa Floja, editorial Pez de Plata), e igualmente publicado relatos en revistas, como Supersonic.

O sea, que escribe libros de humor de género fantástico, además de libros infantiles.
¡Porque sí que escribe literatura infantil, ojo!
Mira, por ejemplo, no hace mucho ha publicado una chulería de libro: Cuentos Cortos para Lavarse los Dientes, con RBA, que primero nacieron como cuentos en formato audio de una duración aproximada al tiempo de cepillado de los peques y ahora han dado el salto al papel. Lleva por cierto unas ilustraciones muy molonas, de Antonio Navas.

Y no solo inventa cuentos para los más peques, escribe novelas middle grade, como Berbontzi o La increíble historia de Mara y el sol que cayó del cielo, y también Cuentos a tumba abierta, una antología de cuentos que mezcla terror con humor, en la línea de las clásicas Pesadillas de R. L. Stine.

Pero si te digo la verdad, tampoco creo yo que me equivocara demasiado, porque está claro que Abel tiene una disposición fantástica para escribir, o sea, que siempre está de humor para crear libros, sea para el público que sea. Así que, mira, ni pa ti, ni pa mí: vamos a quedarnos con que Abel Amutxategi escribe libros de (fantástico) humor. Y listo.

Abel Amutxategi escribe libros de humor. Fantástico. Pero hay más en su vida
Vale, Abel Amutxategi escribe libros de humor, pero no siempre ha sido así:
- Hace tiempo, allá por 1978, se dedicó solo a nacer. En Bilbao, creo que fue. Eso sí, poco después, tras el destete, se puso a escribir.
- Paralelo a todo esto (nacer y escribir libros), ha sido periodista cultural especializado en música y literatura durante una docena de años, y de hecho tiene una columna mensual en un periódico, el Santutxu y +.
- Como no solo tiene buen humor, si no también buen fondo, además de repartir alegría reparte los conocimientos que ha ido coleccionando durante su carrera literaria, a través de su blog especializado www.comoescribirunlibro.com, con recursos y servicios para escritores.
- Y por último tengo que revelarte que al investigar su vida me he encontrado con un DATO NEGATIVO, o por lo menos cuestionable: asegura que mataría a su editor por un buen barco pirata.

Abel Amutxategi escribe libros de humor mientras contesta a esta fantástica entrevista
Para ir calentando el ambiente, ¿cuál es tu relación con el dibujo, en general?
Dibujo mal. Muy mal. Terriblemente mal. Por decirlo de un modo gráfico, soy capaz de convertir la «Mujer joven con sombrero» de Cesar Van Everdingen en un judío ultraortodoxo tocando la pandereta. Así que mantengo con los dibujantes una relación de total admiración. Lo que hacen me parece algo mágico. Y eso es algo que me ha dado grandes momentos de diversión viviendo como vivo en una familia en la que todo el mundo sabe dibujar con mayor o menor acierto.

¿Me hablas de algún ilustrador que te haya marcado de alguna manera? (haya ilustrado tus obras o no).
A pesar de que haya muchos ilustradores más espectaculares, para mí la literatura infantil siempre estará ligada a los garabatos de Quentin Blake, Tony Ross… o a los que el propio Sempé hacía para El pequeño Nicolás. Esos dibujos que se integran en el texto sin meter demasiado ruido, pero sin los que la historia perdería una buena parte de su sentido.
De entre los dibujantes con los que he podido trabajar hasta ahora destacaría a Pablo Ballesteros y Jordi Villaverde, que han hecho un trabajo excelente ilustrando La increíble historia de Mara y el sol que cayó del cielo y Cuentos a tumba abierta.

¿También dibujas? ¿Has ilustrado algún texto tuyo?
El único texto mío que recuerdo haber ilustrado fue un cuento que escribí con seis años en el que había un reino de hormigas que vivía dentro de una manzana situada en lo alto de una montaña. Todo muy básico: líneas rectas, circulotes… Lo primero que uno aprende al leer el manual del dibujante impostor. No querríais encontraros con un texto ilustrado por mí hoy en día, de verdad que no.

Como escritor, ¿prefieres la ilustración de la que llaman «vía objetiva», tipo cronista que describe justamente lo que dice el texto, o te decantas por la «vía subjetiva», que refleja una visión emocional de la obra? ¿Y como lector?
Me gusta que el texto y la ilustración se complementen para ofrecer al lector un producto final que sea más grande que la suma de cada una de sus partes. Así que, en la medida de lo posible, soy partidario de esa vía subjetiva que comentas. Me parece que anima al lector a transitar por algunos terrenos por los que tal vez no se le hubiera ocurrido aventurarse con una ilustración más objetiva.

¿Alguna vez te ha inspirado una ilustración para escribir, invirtiendo el proceso habitual?
Tengo una carpeta en la que voy recopilando imágenes que me llaman la atención. Pueden ser fotografías, cuadros, ilustraciones… Cualquier cosa. No suelo escribir textos a partir de ellas, como tal, pero sí que me resultan inspiradoras. Todas ellas forman parte de lo que yo llamo mi «compostera creativa», ese lugar en el que las ideas van macerando y se van combinando unas con otras hasta dar como resultado el germen de una escena o, tal vez, incluso de una historia.

¿Me nombras algún escritor que haya sido (o sea) un referente para ti?
Creo que la literatura infantil es el lugar natural de la transgresión. Así que, como no podía ser de otro modo, me declaro fan absoluto de autores como Gianni Rodari o Robert Munsch. También me atrae mucho toda esa corriente anglosajona al estilo de David Walliams o David Solomons, por mencionar solo a dos de ellos. Aun a riesgo de generalizar más de la cuenta, me da la sensación de que en el mercado anglosajón hay una mayor apuesta por la diversión irreverente que en el hispano, y eso siempre es de agradecer.

Escribes para el público infantil, ¿por qué?
Los niños son el público más difícil de contentar, pero también son el público más agradecido. Un niño nunca te va a decir que ha disfrutado de tu libro por compromiso. Leen al margen de lo que les digan que deben leer los medios de comunicación, los padres, los profesores… Como escritor, te ofrecen la experiencia lectora más pura que puedas encontrar.
Si a eso le añades la responsabilidad de saber que disfrutar de los libros de niño es la mejor base para disfrutar de los libros de adulto, no sé a qué más podría aspirar un escritor.
La pregunta sería más bien ¿por qué no?

¿Qué consejos les darías a los nuevos escritores que quieren dedicarse al público infantil?
Lo primero les aconsejaría tener paciencia. Es algo que nadie nos dice cuando empezamos en esto de la escritura, pero que es muy necesario siendo los que son los ritmos del mundo editorial.
Les pediría también que estudiaran mucho. Que aprendieran todo lo posible hasta forjarse un criterio propio. Y que, una vez forjado ese criterio, no hicieran caso a nadie. Que aceptaran las correcciones lógicas, claro, pero que ignoraran tanto a detractores como aduladores. Nadie sabe lo que puede funcionar o no entre los lectores, y creo que un autor debe tener siempre una visión que aportar a sus lectores. Un estilo propio que puede casar bien con las necesidades actuales del mercado… o no, claro.
Si hay una carrera de larga distancia, es esta.

Espero que te haya gustado la entrevista a Abel Amutxategi. Como has podido comprobar, no solo escribe libros de humor fantástico y literatura infantil, si no que tiene muy buena predisposición para escribirlos; siempre está de humor para ello. De un humor fantástico (como muchos de los escritores que te encuentras aquí, por si quieres conocer más como él). En el siguiente artículo quizás te cuente la teoría de los cuatro humores del cuerpo humano, y cómo Abel Amutxategi los tiene todos fantásticos.
- Web de Abel Amutxategi
- Web de Abel Amutxategi Cómo escribir un libro
- Lista en Spotify para Cuentos cortos para lavarse los dientes
- Youtube de Cuentos cortos para lavarse los dientes
- Facebook de Abel Amutxategi
- Facebook Cómo escribir un libro
- Instagram de Abel Amutxategi
- Twitter de Abel Amutxategi
- Entrevista a Abel Amutxategi en El rincón de Carlos del Río
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© De las fotos: Abel Amutxategi.
© De las ilustraciones y fotos en general, reservados todos los derechos a los artistas mencionados al pie de cada imagen, posicionando el cursor encima, en los datos del libro al que corresponde o en el apartado «Créditos», salvo acuerdo directo con el autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
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24 abril, 2021
Pues oye, que jamás había oído hablar de Abel Amutxategi y que, después de este artículo y de la entrevista, me lo apunto en la lista de urgentes en un pispás. ¡Muchas gracias por el descubrimiento!
24 abril, 2021
¡Qué guay, Alfredo! Pues me alegra haber servido de conexión. Ya me dirás cómo te lo pasas (u os lo pasáis por casa) con sus obras ^__^ ¡Abrazote!